¿Cambiamos?
- educasex2018
- 20 nov 2018
- 3 Min. de lectura
“Me pusieron un guardaespaldas porque no era la primera vez que a otras
mujeres periodistas se las acosaba en el frente de batalla” ─ Cristina Solías,
mujer. Después, periodista y reportera.
Siempre se habla de los hombres reporteros que se juegan la vida para ir a
países conflictivos o peligrosos como héroes con capa. Y lo son. Sin embargo,
poco se habla o se celebra que hay mujeres que hacen exactamente lo mismo,
incluso hasta con más riesgo que los hombres.
Ser reportera en otros países es muy complicado. Ya sea en países
desarrollados como otros que no lo están. En el primer caso, porque a los
hombres se les toma más enserio, el machismo conservador u otros
micromachismos de la esfera política u otros acontecimientos noticiosos como
en el deporte. Y en el segundo lugar, por casos como el de la religión, en el que
sus normas chocan con las nuestras por pecar de injustas y trato desigual y
discriminador contra la mujer. A estos hechos tienen que enfrentarse las
periodistas viajeras cuando solo quieren hacer su trabajo.
Pero no es culpa de unos pocos, sino de todos.
Dejar que la religión se haya apoderado del poder político y de la consciencia
social ha sido un grave error. Tal y como lo comentaba Cristina Solías: el
problema no es la religión como tal, sino lo que se hace en su nombre. Es
decir, que ésta sea dueña del estado de poder y quien toma las decisiones de
real importancia. La religión debería ser algo privado, una práctica que se lleve
a cabo en la casa de cada uno. Pero que, en todo caso, el gobierno esté
desvinculado de todo trasgo de consciencia religiosa.
Quizás esa es la mejor situación comentaba también Ana Briongos, escritora y
viajera, después de haber recorrido diferentes países de Oriente Medio durante
muchos años. Añade también que nosotros, desde occidente vemos las cosas
que suceden en esos países como algo impensable, pero es su cultura y
nosotros lo seguimos viendo desde una perspectiva occidental y no sabemos
mirar con otros ojos.
Es verdad que la perspectiva occidental no es, por designio divino, la mirada
más perfecta ni la más correcta. De hecho, no deja de ser una mirada más
como el resto. Sin embargo, seguimos juzgando y apartamos la mirada de
otras conductas que sabemos que no son las mejores. Pero esas mujeres no
pueden luchar por una libertad que nunca han tenido. ¿Es nuestra labor
mostrárselo? Como narra nuestra historia, las mujeres acaban luchando por
hacerse un hueco en el mundo adueñado por la religión androcentrista. Cristina
Solías añadía que en esos países hay mujeres liberales que luchan por
avanzar y tener una vida mejor. Mujeres que fuman solo para demostrar que
pueden fumar. Que tienen poder, igual que un hombre.
La teoria la tenemos muy clara. Sabemos que las cosas pueden ir avanzando
lentamente y con mucho trabajo. ¿Pero existe el cambio real? Cristina Solías decía que, sabiendo sus normas y sus formas de pensar, prevenir es mejor que
curar y que trata de pasar desapercibida con ropa que no enseñe. Sin
embargo, esa no es la plena libertad si nos paramos a pensar. Es cierto, pero,
que no podemos plantarnos en otra cultura y exigir un cambio. Debe ser su
gente quien lo encabece por iniciativa propia.
Por lo tanto, algo está claro. Y es que, si existe el cambio, está claro que no se
conseguirá de la noche a la mañana y menos si hay que involucrar a todo el
planeta. Viajar a otras culturas seguirá teniendo su peligro para las mujeres,
pero ellas no deben dejar de hacerlo; recorrer el mundo en busca de noticias y
mostrar al mundo, al mismo tiempo, que existe la igualdad de género y que
está en sus manos adueñarse de su futuro y cambiar el mundo.
Albert Mateu
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